domingo, 8 de diciembre de 2019

LA PEREZA



Educada en un colegio de monjas, ahora ya mayor recuerda como las clases de la tarde dedicadas a las labores, la monja iba y venía revisando las puntadas y hablando de lo que tenían que hacer y pensar, ellas, niñas, para ser unas mujeres de bien. 

Recuerda cuando hablaban de los pecados...se quedaba con uno: la pereza.

La pereza era el mal de una mujer que siempre tenía que estar ociosa y llevar su casa y saber gobernar un hogar.

Ella pensaba que siempre estaba cansada pero no se refería a ese verbo; ella era una perezosa, como un insulto y una pecadora por no tener energía ni ganas para casi nada.

Han pasado más de cincuenta años y esa educación que tanto daño ha hecho a muchas mujeres, sigue pesándole, ese sentimiento tan terrible que es la culpa, como bien dijo Elena Poniatowska : "La culpa es la mejor arma de tortura contra las mujeres".

A pesar de leer autoras que le abrieron los ojos y le enseñaron otro modo de pensar y actuar, aún sin saber nada de lo que significaba la palabra "feminismo" ella fue aprendiendo a vivir de otra manera, con pequeñas luchas que eran un campo de batalla en el que se encontraba contra todo y todos, sola.

Ahora, los días en los que no hace nada, pero nada, se siente mal, recuerda la voz de la monja...salen las culpas, pero ya no tiene fuerzas para hacer casi nada y ve pasar los días mano sobre mano, y piensa que dirían las monjas si la vieran...ya no tiene casa que gobernar, ni gente a la que alimentar, ni trabajo fuera de casa, algo que también le enseñaron que no era bueno para una mujer, que el dinero lo traía el marido.  Ahora que ella ha comprendido que no es pereza lo que sentía y siente, es un cansancio infinito que tiene nombre, que ya estaba enferma cuando era una niña que arrastraba los pies y le reñían por ello, que no jugaba en el patio del recreo, que no era la niña perezosa que le decían, era la niña enferma y ahora es la mujer mayor que cada día puede hacer menos cosas, pero la culpa va de la mano del cansancio...que no de la pereza.

Aprendió que los príncipes no existen, que el amor no es para siempre, que un buen matrimonio puede ser la mayor y peor cárcel, que las palabras y gestos duelen y marcan para siempre, aprendió a quedarse sola y a quererse, pero también aprendió que todo tiene un precio y ella lo pagó, bien caro.  Y sigue en ello

La pereza no existe, el cansancio y la enfermedad van de la mano.  Recuerda los recreos sentada viendo jugar a las niñas y ella, la perezosa, sentada en un banco.  Se ve así misma como la denominaban las monjas, es una niña estudiosa pero muy perezosa...

Ahora es una mujer mayor y enferma arrastrando el cansancio desde que tiene recuerdos pero a pesar de todo hay días que no consigue quitarse el sentimiento de culpa: hoy no he hecho nada.  Cuando vivir luchando contra una enfermedad es ya un trabajo agotador.

La niña perezosa es la adulta, algunas veces en sus pensamientos se cruzan las monjas y la miran reprendiéndola y otros días, es ella, la mujer mayor que lo ha aprendido casi todo ella sola, equivocándose, cayéndose y levantándose.  Esa es la mujer en la que se ha convertido a pesar de tener más cosas en contra que a favor.

Vivan los días en los que no deja penetrar la culpa en sus sentimientos.




domingo, 20 de octubre de 2019

LAS DIFERENCIAS DE LA VIDA...




Ser una observadora de la vida, pasar muchas horas y días en casa, y mirar por una ventana te brinda la oportunidad de ver ciertos comportamientos de las personas.

Enfrente de mi casa, tengo dos pisos, uno lleno de jóvenes universitarios y a su lado, pared con pared, vive un anciano, solo.

Veo las diferencias horarias, la soledad de la persona que no sale a la calle y recibe no todos los días la compañía de una persona que le limpia.

Lo veo cerrar las ventanas muy pronto, excepto la de su sala que mantiene abierta toda la noche, se asoma...ve la calle, quizá mire las luces de enfrente, de otras ventanas y vea la vida de cada piso.

El otro piso es todo lo contrario, los jóvenes van y vienen, salen y entran amigos, casi todos los fines de semana tienen visita de otros jóvenes, vienen a traerles pizzas, se oye música, se ven las luces de las ventanas de todo el piso encendidas, es la juventud con su "disfrute" de la vida.

El anciano es el final de la vida, viendo como los días se alargan hasta confundir el día y la noche.

A veces pienso si oirá a sus vecinos, las risas, la música, la vida que se siente en esa casa igual a la suya, ahora tan vacía y si se acordará cuando en su casa había vida...Ahora sus hijos ya no viven allí, su mujer está en una residencia con esa enfermedad que deja sin recuerdos...y él con los noventa años cumplidos...que pensará? sentirá el pasar de los días...? deseará que la soledad acabe y descansar?

Mira por la ventana e imagino que ya ni a los vecinos conoce, menos a las gentes que ahora caminan por las aceras, sus vecinos ya no viven...o no están aquí.

Alguna noche coincidimos mirando de madrugada a la ventana pero creo que no me ve, yo quisiera que mi luz y mi ventana lo haga sentirse menos solo.

Y al igual que me alegra sentir la vida de un piso me duele sentir la sensación de la vejez y la dependencia junto con la soledad, del otro piso.

Seguro que los jóvenes no saben que viven al lado con un señor al final de su vida, quizá agradecería una visita, pero esos tiempos pasaron, los vecinos ya no se saludan ni en el portal.

Todas las mañanas veo sus ventanas abiertas y ventilando, invierno y verano, si se hace las nueve y no las sube, excepto la que siempre esta subida, me preocupo.  Y los otros, los jóvenes ni abren ni cierran ni ventilan ni nada...dos etapas de la vida...

Cada uno la vive como le corresponde...?


lunes, 5 de agosto de 2019

LOS LIBROS DE SEGUNDA MANO



Hace muchos años era una actividad, la de mirar, rebuscar y a veces comprar libros de segunda mano era algo para hacer los domingos antes del vermut.  Cuando aún no tenía ninguna responsabilidad familiar y disponía de mi tiempo, de esa época guardo revistas "femeninas" de los años treinta, libros de cuentos, alguno más, no me importaba que ya lo tuviera, si me gustaba la edición lo compraba, exactamente como ahora, de algunos libros tengo varios, iguales pero diferentes en portada y prólogo.

Ahora con las nuevas tecnologías han llegado a nuestras casas a través de la pantalla del ordenador, librerías y personas que venden libros y para mi es un placer zambullirme por un título o una edición determinada.

He encontrado algunos títulos muy preciados y que no se han vuelto a editar por lo que si no es así no los tendría en mis estantes.

Pero aún me he encontrado algo mucho más íntimo, a veces en las páginas de alguno de esos libros he encontrado, una flor seca, un billete, un vale de compra, una lista de cosas por hacer...o ya hechas, una cita, la entrada de cine, una declaración de amor, alguna de un amor que no podía ser...de un concierto,  cosas y palabras que me hacen sentir como una intrusa sin derecho a leer ciertas dedicatorias, o tocar la tinta que otras manos han escrito.

Libros de colegio con letra de niños y el curso que estaban haciendo en ese momento, libros subrayados, párrafos marcados con mucha intensidad, como si lo que leyeron otros ojos, les impresionó mucho.

Paso la mano por la tinta, alguna medio borrosa, las dedicatorias hechas con amor, pasión, amistad, lealtad, amor por los mismos libros, hay para todos los gustos, del amante, del marido, de una amiga.  Siento que estoy profanando un precioso momento, el de la mano que te entrega ese libro con parte de él...

En algunos casos también viene con la dedicatoria del autor a una persona anónima, en otros casos por lo que lees, era una persona importante para el escritor, a quién iban dirigidas esas palabras especiales y su firma.

En un lugar de mi ciudad, durante un tiempo me dediqué a buscar libros que tuvieran la dedicatoria del año en el que nacieron mis hijos, para regalárselos a ellos en su cumpleaños.

Tengo libros dedicados antes de la guerra, cuando los amantes, novios y esposos, temían no estar cerca de su amada, ya que tendrían que luchar, otros durante la guerra, de una novia que le envió a su novio, al frente un libro con los poemas de Walt Whitman, y pienso si ese soldado volvió a casa o volvió el libro con sus enseres...cada libro cuenta en esas dedicatorias una historia.

Tengo libros con "Ex libris" muy curiosos, bellos, con armas, con flores, que hablan un poco de quién los hizo hacer.

Tengo libros con fecha de compra y lugar, otros con fecha de terminación de la lectura, fechas, nombres que no corresponden al libro pero que "hablan" de quién antes que yo lo ha tenido en su vida y la importancia que le ha dado.

Entre mis libros tengo muchas dedicatorias de autores admirados y queridos por mí, también tengo fechas, lugares, citas, notas, letras, de otras personas que han escrito en ellos antes de regalármelos.  Cosas que para otros no tendrán importancia pero para mí la tiene, guardo pétalos de rosas del jardín de mi abuelo, de la rosaleda de mi colegio, de mi jardín.

Declaraciones de amistad y amor. 

Les digo a mis hijos que cuando no esté que por favor si van a regalar los libros, que los miren y rompan las palabras que me escribieron...y quiten las cosas que guardan entre sus páginas esos maravillosos compañeros que son los libros.

Pero luego pienso que igual siguen vivos en otras manos, otras personas que tendrán las mismas sensaciones que yo he tenido al encontrar esos "regalos" que no eran para mí.

Como no estaré no lo sabré, creo que no saldrán de la familia.  Es lo poco que les puedo dar, mis libros, mis gustos de lectora y las infinitas horas de compañía y felicidad que todos ellos me han regalado.

Quiero decir al final de este escrito que hay una dedicatoria que me "ha dolido" es un cuento de Celia, uno de los que me faltan de la colección...tantas mudanzas se pagan...

Es una letra de mujer, no muy buena en la que le felicitan por su cumple a su hija, y la firman con un beso, papá y amá.  Mucho dolor me ha dejado ese libro que ahora guardo en casa, no se puede saber que le pasaría a esa hija para ya convertida en adulta, dejar ese libro en un puesto para que otra persona encuentre el regalo de sus padres.  Es un libro para mi nieta, me gustaría explicarle la importancia de poner fecha, lugar, y cada libro que le regalen que lleve unas palabras de quién lo haga y lo guarde como lo que son: tesoros, dobles tesoros.

Ya lo dijo Virginia Woolf: "Los libros de segunda mano son libros salvajes, libros sin hogar: llegan en grandes bandadas y poseen el encanto que les falta a los domesticados volúmenes de la biblioteca".


viernes, 26 de julio de 2019

FACEBOOK




Hace unos días decidí dejar mi actividad en Facebook, no cerrar la cuenta pero no publicar nada privado, ni opiniones ni fotografías.


Estoy muy desencantada. 

Después de diez años en esa red que me atrajo desde el principio, las decepciones ganan a cinco, máximo seis personas que han llegado a mi vida, creo que para no irse, lástima que están lejos...


Hace un par de años que alguien me denunció por una de mis publicaciones y he estado dos años inmersa en un juicio, juicio que hace diez días he ganado!!!

Pero lo que me ha hecho sufrir, las noches sin dormir, mi ansiedad, los miedos, mis publicaciones puestas en un juzgado, eso, ni siquiera el ganar el juicio, me puede pagar lo que he penado, nunca olvidaré los malos días, años, que gente mal intencionada, envidiosa, mala,  la encuentras... y yo que soy una persona generosa, amable, cuidadosa con las creencias de cualquier manera de los demás, he sido nunca mejor dicho juzgada y afortunadamente eximida de los cargos que me culpaban.


Unido a la gran decepción que sufrí al ser insultada en mi muro por personas con las que mantenía una relación diaria de años, fue la gota que colmó el vaso de mi experiencia en Facebook.


Mi vista cada vez más limitada no ayuda a leer, mi tiempo, no es un problema porque tan apenas piso la calle y las horas del día y parte de la noche dan para mucho, pero estoy “escocida” “escarmentada” y muy desilusionada.


Sé que puedo perderme conocer a alguna persona, pero también se van a perder conocerme a mí...


Después de diez días sin publicar nada más que artículos compartidos, música y poco más, me he dado cuenta, esto es un experimento, que no importo a casi nadie, que son comentarios vacíos y que las personas no leen más de una línea...


Tres, cuatro personas, están todos los días detrás mis publicaciones, gracias, de corazón, gracias.


Las demás...nos iremos diluyendo en días...


Estoy en IG y sigo con mi Tintero, cuando puedo, cuando puedo escribir.


Decepción y toda la razón a las personas que me decían que me daba mucho... soy así y ni puedo ni quiero ser de otra manera.



Gracias a las personas que todos los días me enseñáis y a los que estamos en esta red para decir algo más que buenos días o guapa.


martes, 23 de julio de 2019

MUDANZA - HACE YA DOS AÑOS...








La mudanza me ha hecho sacar todo lo que tengo y lo que guardé con gran dolor cuando mis padres se fueron.

Ahora estoy haciendo un alto y he abierto las cajas donde guarde las fotografías.

Prácticamente las he mirado todas, hoy las lágrimas no me han impedido ver las caras sonrientes.

He hecho un recorrido por mi familia, mis abuelos, las tías y tíos, mi madre y mi padre desde niños hasta su boda. Su viaje de novios. Otras bodas, bautizos, comuniones, eran una gran familia que celebraban todo juntos.

Miro muchas caras y no las reconozco. Serán amigos o primos de mis padres. Quisiera poder preguntarles.

Veo fotografías en las que ya no viven ninguno de los que posan, muchos partieron jóvenes, guapos con una sonrisa congelada para siempre.

Las fotografías son instantes de vida.

Me recreo en las que están mis hijos de niños, con sus abuelos, los seis, están felices como nunca y me veo a mi mirando esa felicidad y no creyendo que pasaría...

Pero la vida es pasar...y poder vivirlo para contarlo a los que llegan y llegaran.








 Ultima fotografía, la última noche en casa, verano, calor, ventanas abiertas. Siempre la fascinación de ver y mirar a través de las ventanas...









viernes, 5 de julio de 2019

RECUERDOS...MIEDO.


Una sala de hospital. Niños con sus madres.
Lloran, algunos gritan en la lejanía.
Sale y entra una monja con los niños.
Tengo cinco años y mucho miedo, no lo digo. Mi madre me da la mano.
Me llama la monja, suelto la mano de mi madre y se la doy a ella.
Entramos en un pasillo largo y oigo tintinear las cuentas del rosario que lleva colgado junto a su delantal blanco.
Me sientan en un sillón con una banqueta.
Me ponen un aparato metálico y frío en mi boca, con sabor a alcohol.
Se acerca el médico con una luz en la frente.
No veo.
Tengo miedo.
Noto un inmenso dolor y un corte...y el sabor de la sangre que casi no puedo tragar.
Me ponen gasas en la boca.
Todo muy rápido. No lloro pero tengo mucho dolor y miedo.
La monja vuelve a darme la mano.
El mismo pasillo.
El mismo ruido del rosario.
Miedo.
Y en la sala mi madre me espera.
Me suelta la mano la monja y me la coge mi madre.
Ha sido muy valiente le dice la monja.
No lloro. Tengo cinco años y la mano de mi madre me quita el miedo.
Me han quitado las anginas que tanto daño me han hecho en mis cinco años de vida.
Todo esta fresco en mi memoria.
Tengo miedo y tengo sesenta años.





viernes, 5 de abril de 2019

VIDA EN EL JARDIN






Teniendo entre mis manos el libro que da título a esta entrada he disfrutado enormemente y seguro que volveré a sus páginas, a esos paraísos llamados jardines.

Empezando por los que la autora ha tenido, Penelope Levely, explicando lo que han significado para ella.

Luego llevándonos a los jardines de escritores que sin haber tenido un jardín no hubieran podido escribir ni lo que hicieron ni como.

Como ella dice: por sus jardines los conoceréis.

He paseado por el jardín de mi admirada Virginia Woolf.  Un paseo apasionante que llevó a sus obras "Al faro" y "Las olas" y su cuento corto, "Kew Gardens".

El jardín del Edén, "El paraíso perdido " de Milton.

Jardines del antiguo Egipto, en torno al año 1.500 a. C.

Un paseo por Pompeya, maravilloso el detenimiento de la belleza que puedes imaginar en sus ruinas.

Gran Bretaña al final del periodo romano contaba con más de mil villas con sus jardines.

Los jardines victorianos con su formalidad.
El jardín patricio y el plebeyo.

El jardín pintado.  Monet y sus nenúfares. Su jardín de Giverny, plantado y cuidado para tener la inspiración para pintar y él mismo lo describió como: "Mi más bella obra de arte".
De Monet a Matisse, Renoir, Caillebotte, Bonnard.
Edouard, Liebermann, Nolde, Klimt, Munch, Klee, Van Gohd, gracias a la escritora he paseado por sus jardines, sus cuadros, colores, flores, escenas de esparcimiento y belleza.

Daphne du Maurier con su novela Rebeca nos habla de un jardín abandonado en el inicio de su libro, "La hiedra reinaba en el jardín, por todas partes ortigas,vanguardia del ejército invasor..."

un libro infantil que me ha gustado y me gusta es "El jardín secreto" que también esta descrito en esta joya de libro.
"El jardín de Medianoche" y "Alicia en el País de las Maravillas"

"la memoria de las piedras" de Carol Shields, una maravilla de lectura, que en este libro se detiene minuciosamente.

En 1898 Elizabeth von Armin publicó "Elizabeth y su jardín alemán" que al año siguiente ya alcanzó su vigésima edición.

Vita Sackville-West, con sus artículos sobre jardinería. Su libro "The Garden".

Hay lugar para el jardín silvestre.
Jardines rurales.
Jardines de Rocalla, de Botánica. 

Gertrude Jekyll con sus artículos y fue la diseñadora de jardines más importante de su época.  William Nicholson la inmortalizaría en el maravilloso retrato en el que aparece de perfíl.

Hoy en día en muchos jardines se sigue practicando los dictados e ideas de Gertrude.

Nos habla de nueva especies traídas de lugares exótico para crecer en nuestra tierra, China, Nueva Zelanda, México.  Nombres, plagas, colores, composiciones, un auténtico tratado sobre jardinería.

Jane Austen también tiene su lugar en este libro.

Parques de ciudad, parques privados y parques abiertos al público, jardines que otros cuidan para el disfrute de los demás.

Sale esa ciudad que sin conocerla me enamora, Bach.

Practicar jardinería es eludir pasado, presente y futuro.
Es desafiar al tiempo. Cultivas hoy para el mañana, el jardín se transforma de una estación a otra. Siempre igual y siempre diferente.


He dejado mucho de este libro para que los que os decidáis a entrar en sus páginas los descubráis y pasear por sus páginas al igual que paseamos por los jardines.

Este libro me ha acompañado dos noches y siempre lo hará, al igual que la autora, yo tengo mis jardines...mis recuerdos.

Mis primeros recuerdos son del jardín del abuelo, un inmenso paraíso para los niños, sus rosaledas, sus frutales, mis recuerdos de los mayores es estar alrededor de una inmensa higuera, con sus hamacas, si pudiera pintar ese momento sería...la caída del sol y todos hablando relajados, mientras los pequeños jugábamos en la alberca donde los nenúfares, calas y otras especies crecían y vivían con el rumor de la caída del agua en una pequeña cascada.

Regar al caer la tarde, con la mano de mi abuelo dirigiendo la mía, con la manguera, diciéndome el trozo de jardín que debía regar y la intensidad de agua.

Cuando llegaba el invierno, miraba a través de la ventana, en la salita de la casa y veía el jardín muerto, dormido me decía el abuelo, volvería a vivir en primavera, me enseñó los ciclos.  Pero yo sentía una especie de pena al mirar el jardín así y no sabía que lo que sentía tenía una palabra: melancolía.

Luego veo a mi madre convirtiendo sus cinco ventanas en cinco mini jardines, preciosos, cuidados, era el rato que más la veía disfrutar, incluso canturrear mientras quitaba con cuidado las hojas marchitas, cambiaba las macetas, regaba, mimaba con sumo cuidado las flores de todos los colores que iban naciendo.  Era feliz con sus macetas, y ellas le correspondían a sus cuidados, era la envidia del vecindario, a las que siempre estaba dando chitos y le decían que a ellas no se les daba tan bien.

Luego me llegó tener mi casa, mi padre se encargó de ponerme unas barras y mi madre las llenó de flores, cada temporada las suyas, cuando venía, me decía que no las tenía bien cuidadas, la verdad es que tan bien como ella, no.

Luego me vino de regalo un precioso jardín que no era mío pero la dueña de la casa que nos alquiló el piso, al ver mi admiración por el jardín me lo dejó en mis manos, venía un jardinero a podar y poco más.  Allí fui feliz.

Tenía un columpio y mi hijo era un bebé al que crié al refugio de ese precioso jardín donde pasábamos las horas.  Mi madre me ayudaba, cuando venía ya sabía donde encontrarla. Al nene le poníamos una manta y gateaba por él.  Merendaba allí, cenábamos allí y nuestras habitaciones se abrían a ese vergel.

Paseaba por los caminos viendo como cada día cambiaba, estaba vivo, cada temporada tenía sus colores...lo primero unas azucenas moradas que tamizaban una parte del suelo como una alfombra morada.  Luego los rosales de múltiples colores y con rosas de olor...no como las que compras...

Allí vuelvo en sueños, en esos tiempos en los que era feliz y no había tocado mi vida la amargura y la soledad.  Allí, en el jardín mi hijo aprendió a caminar, y mis padres y yo hablábamos, me veo sentada en el columpio con el nene en brazos y ellos sentados en las hamacas...con total ausencia del mundo exterior, lo teníamos todo, estábamos todos.

Años después tuve mi propio jardín, pero mis dolencias eran ya grandes y no podía agacharme a plantar ni arañar la tierra, mi madre tampoco, así que nos dedicamos a plantar en enormes macetas, geranios, petunias, un jardín de crasas, con piedras, cactus, que a mi madre no le gustaban nada y a mi me produjo una infección una de sus espinas y lo quité.  Y mi padre me regaló unos rosales trepadores, rosas rojas como la sangre, rosas como el color que me gusta y amarillas con tonos rojos y rosas, entrelazados en las paredes, con macetas, como uno de esos patios cordobeses, pero en un lugar del árido Aragón.
El abuelo Joaquín me plantó dos cepas de moscatel que subieron, treparon y convirtieron la terraza en un lugar tremendamente romano, con la luz tamizada por sus enormes hojas.

Pero solo pude poner un árbol y fue un Lilero, que en Abril estaba lleno de color y aroma, tenía la casa llena de olor, y al regarlo era una fiesta de aromas.

Pasé años muy buenos en el jardín y la terraza, fueron un bálsamos a mi enfermedad y soledad.  

Sé que aún tienen rosas...son muy fuertes.  El jardín ha desaparecido y una de las cosas que me duelen...es que el lilero sin mis cuidados muriera...son seres vivos y necesitan cuidados y personas sensibles para dárselos.

Luego siempre me han acompañado flores en jarrones, macetas dentro de casa y fuera, en las ventanas.

Ahora vuelvo a vivir en donde nació mi madre y yo me crié, un lugar con nombre de jardín "Ciudad jardín", miro por las ventanas y veo los árboles y las flores, los jardines, la plaza, escucho el sonido del agua de la fuente por las noches, veo los cambios de estación, escucho las risas de los niños al igual que reíamos mis primos y yo.
Ahora, mis paseos casi siempre pasan por la calle del abuelo, donde fuimos tan felices, ahora ya no queda jardín, han construido toda la superficie con una gran terraza, pero los árboles de la calles, y algún chalet siguen iguales, me veo en la plaza, han cambiado los columpios y la orientación pero están en el mismo lugar, ahora columpio a mi nieta...y sigo viendo a la niña que empujaba mi padre y me enseñaba a impulsarme, al mismo tiempo que veo a la tía Lola salir a la esquina a recogernos, vuelvo a casa de su mano, saltando de alegría, mis primos, detrás, con menos ganas.  Pero en casa nos esperaban los mayores que nos cuidaban y protegían y el jardín del abuelo.

Este precioso libro ha hecho aflorar mis recuerdos de mis jardines.  Lo tendré a mano para pasear por ellos.

La Vida que te sorprende a veces muy agradablemente ha puesto en mi camino a Maryté, la persona que a través de este medio, hace ya muchos años hemos llegado a mantener diariamente un dialogo por wasap, es nuestro tiempo que digo yo, es como una relación epistolar, pero en este caso en forma de audios.  Ella tan generosa me hace partícipe de su jardín, pasea por el mientras me habla, escucho los pájaros, los llamadores de ángeles, en época de colegio escucho los niños en el recreo.  Y me va diciendo como crece su jardín, las flores que han crecido, los árboles, el césped, veo a través de sus fotografías el cambio de estaciones contrarias a las nuestras.  Quién me iba a decir, que ese lugar que me sonaba tan bonito cuando lo descubrí en las clases de geografía, Mar del Plata, ahora formaría parte de mi vida e incluso tendría un jardín más que virtual, gracias mi querida amiga, confidente y sabes que mucho más.

Y pasear por mi barrio, con mis recuerdos y mis seres queridos, acompañándome, siempre.

Deliciosa lectura. Afortunados los que tienen un jardín o han vivido en uno de ellos. 

viernes, 15 de marzo de 2019

OCHO DE MARZO



Hoy hace una semana que salimos a la calle para hacer huelga y dejarnos oír. Dejar de estar calladas y reclamar todo lo que nos quieren quitar.  Lo quitado...nada ni nadie nos lo podrá devolver.

Fue un día lleno de emociones, mis hijos, mi nieta, que el año pasado ya fue en la tripa de su madre, este año iba en los hombros de su padre, eso por la mañana en el barrio pero lo mejor estaba por llegar.

Las siete de la tarde y mi ciudad bullía de mujeres vestidas con alguna prenda morada, jóvenes, muchas, mayores, también y pequeñas en sus brazos, delante, nosotras, acompañando los hombres que creen que las mujeres tienen la fuerza y el poder de cambiar las cosas, siempre hemos sido las que han "tirado del carro", y más si las cosas se han puesto difíciles.

Miraba, detrás, delante, a mi lado, y todo eran mujeres, gritando, callando, cantando, apoyando, una marea imparable.  

Al llegar la noche, la adrenalina, el orgullo de mujer me impedía dormir, a pesar del inmenso cansancio, y entonces empecé a rebobinar mi vida hasta esa noche, noche en la que pensé en todas las mujeres que me han precedido y acompañado en mi vida, mujeres por la que soy lo que soy y como soy.  Y un hombre, mi padre, que cuidaba a mi madre, enferma, me peinaba las coletas, compraba, limpiaba y cuando tendía mi madre le decía que lo hiciera de noche por lo que pudieran pensar los vecinos... mi padre sonría y tendía, y trabajaba .  El ejemplo de un compañero lo he tenido muy cerca.

Pertenezco a una familia materna en la que mi abuela tuvo doce hijos, seis chicas y seis chicos, una gran familia, conocí a mi abuela y siempre la recuerdo como una abuelica, tenía sesenta años cuando falleció, los que tengo yo ahora. Y mis recuerdos son de verla, enferma, sentada en un sillón de mimbre, debajo de la rosaleda que le había plantado mi abuelo. Con sus hijas siempre a su lado.  Una mujer que repartió mucho amor, nunca levantó la voz y paría por la tarde y mi madre me decía que por la noche ya estaba haciendo la cena...Tuvo el primer hijo a los veinte años y el último, a los cuarenta, falleció a los sesenta.  Solo paró cuando su corazón le impedío moverse. 

Sus hijas han sido mujeres fuertes y luchadoras, todas, una, la más pequeña, siguiendo "la tradición"...se quedó sin trabajar para cuidar a los padres y al hermano pequeño...la que peor vida llevó, cuando se murieron los padres y su hermano se casó, dependía de un hombre que no siempre la trató bien, pero su condena fue que lo amaba con locura, con ese amor romántico que puede llegar a matarte.  Siempre dependiente de él, hasta morir, con el miedo a quedarse sin nada, porque nada tenía, sus setenta años al servicio de todos, no le valieron para tener una vejez digna ni independiente.

Las otras hermanas, todas, trabajaron, cuatro de ellas hasta casarse y una incluso casada, y todas tuvieron sus pensiones, ellas no habían oído hablar de emancipación, feminismo, libertad. Mis tías, de las dos que viven, una es la que siempre trabajó y la otra es la que a sus más de ochenta años,. como dice mi hija, no sabe que es feminista, pero lo es, me dice casi todos los días que hacen muy bien las mujeres saliendo a trabajar.  Y ya vale de casa y de cuidar de todos, que nosotras nunca nos jubilamos y les dice a sus nietas que nunca dejen nada por nadie, nadie ni nada.  No es egoísmo, me dice, es vivir.

De esas mujeres aprendí el amor de la familia, el hogar, la piña, la sororidad, palabra que tardé muchos años en poner en mi boca.  El no dejar que te pisen, que no eres menos que nadie por ser mujer.

Luego esta mi abuela paterna, la que dicen que me parezco a ella.  A esa abuela la conocí muchos años, falleció cuando mi hijo tenía seis años, fui su primera nieta y la hice bisabuela de su primer bisnieto.  Vivió noventa y cinco años de ellos más de cincuenta, viuda.

Una mujer que al enterarme de lo que hizo, me  sentí muy orgullosa de ella, hace falta ser muy fuerte para hacerlo.  Su primer hijo, un varón, murió en el parto y una vecina tuvo al mismo tiempo otro niño pero no tenía leche y en esos años era una muerte casi segura para el bebé, así que no dudó criar a ese niño, ponerlo en sus brazos darle su leche y así darle vida.

Luego tuvo dos chicos y dos chicas.  Siempre trabajó, fue una mujer muy independiente, en todos los aspectos.  Trabajaba y se iba al cine, sola, todas las semanas, luego compraba pasteles y los llevaba a casa, todos eran muy lamineros.  Una mujer que al crecer los hijos, con las dos chicas enfermas...viajaba todos los meses a Barcelona, donde vivían sus hermanas y le gustaba pasear sin que la conocieran, siempre volvía con alguna ropa "moderna", un poco más corta de lo que se llevaba en esta pequeña ciudad.  Se cortó el pelo y se sacó el carnet de conducir, compró un coche y paseaba, iba y venía sin depender de nadie.

Luego la vida volvió a sacudirla al morir su hija pequeña, su amiga, vivían juntas, solas, con treinta y tres años.  Pero no se detuvo a llorar, siguió viviendo, con un gran vacío, pero viviendo igual, saliendo y viajando, y trabajando.

Luego cuidó a su otra hija, enferma también y a sus tres nietos, que hablan de ella como una madre, la otra, estaba siempre en la cama, y ella era la que iba y venía con ellos, al colegio, al cine o donde fuera.

La vida le otorgó una muerte como la vida que vivió, fue independiente hasta los 95 años, cuidaba de todos y no necesitó nada ni a nadie, en ningún aspecto, falleció estando unos días ingresada.  Una vida plena sin importarle nada de lo que pudieran pensar de ver a una mujer sola hacer su vida y seguro que levantando más de una envidia.  Ayudando alguna mujer del barrio que su marido o no le daba dinero y no podía comprar comida o se le había ido la mano, al volver del bar...cosas que una se entera cuando ya es mayor.

Luego esta mi tía Amparito, mi madre decía que su hubiéramos sido de sangre no nos pareceríamos tanto ni nos llevaríamos tan bien.  La mujer de mi tío, a la que tanto admiré y quise. Fue y sigue siendo un ejemplo de mujer fuerte, independiente, trabajadora, solidaria, confidente, jamás juzgaba a nadie y respetaba todas tus decisiones, aún sabiendo que te equivocabas. Pero era tu aprendizaje. Mujer que salía con sus amigas, todas las semanas un día.  Te llamaba y te decía: me voy a Francia!!! y eso? con el tío? no, sola, me apetece viajar sola, lo necesito.  El país vecino fue su paraíso.  También tuvo un buen compañero que no le cortó las alas, aunque como mujer independiente, entonces no se decía feminista, no lo hubiera permitido.

Mi educación en un colegio de monjas fue un claro exponente del machismo imperante. Otra palabra que no sabía.

Sufrí en silencio, te decían que callaras, el maltrato de ciertos hombres en el colegio, un cura, en el autobús, los clásicos...las miradas, los chistes, las risas...
En el trabajo ya había leído a muchas mujeres que habían dejado su huella en mí, y no cedí ni un milímetro, pero veía como se trataba a las mujeres y no me gustaba, ellas callaban o se reían de sus bromas, yo era la rara y contestona.

Así en esa manifestación de la semana pasada, mujer con mujer, delante mi hija, a la que he querido trasmitir su valía e independencia, igual que a mi hijo, ni más ni menos, me he sentido parte de un algo, me he sentido un eslabón en la marea morada que es imparable.

Cuando veo el ímpetu de las jóvenes y la energía de las mayores me siento orgullosa de pertenecer a una época en la que por mucho que quieran recortar nuestros derechos, no nos van a callar.

Quiero los mismos derechos para todas, el mismo sueldo, el mismo respeto, que no tengan miedo al volver a casa, que las calles y la noche sean nuestras, que no sienta miedo cuando mi hija sale de casa lo mismo que no lo siento cuando sale mi hijo.  Y eso lo debemos hacer todo y solo hay una manera, EDUCACION, con educación conseguiremos que se respete a las mujeres.  No hay otra manera. Deseo un tiempo mejor para mi nieta, que nadie corte sus alas, nadie. 

Una mujer libre para decidir porque no somos infantiles, porque tenemos derechos, incluso para equivocarnos.

Orgullo de mujer, de que aún sin saber lo que significaba la palabra feminismo, lo he ejercido y sigo haciéndolo en todas las facetas de mi vida, y si en algo no lo hago soy consciente y asumo las consecuencias. 

Orgullo de ser madre y abuela, de mis sesenta años y de que un día mi padre, en una de mis convalecencias me trajera un libro "Mujercitas" y descubriese a un personaje, Jo y quisiera ser como ella, no la bonita, no la tonta, quería ser la lectora y rebelde niña que se saltaba el destino que los demás habían escrito para ella.

Virginia Woolf marcó un antes y un después en mi vida, descubrir su Obra fue un referente que me sigue acompañando, una mujer que no encajaba en los roles que le tenían reservados y que nos dejó un camino para seguir.

Y tantas y tantas mujeres anónimas que jamás conoceremos, que ayudaron sin saber que lo hacían a educar a mujeres para las cuales no querían lo que ellas tenían. Gracias a las mujeres que me han ayudado a las conocidas y a las desconocidas, gracias por su aportación a nuestra educación, nuestro trabajo y nuestra conciencia.

Porque fueron, somos. Porque somos, serán.





domingo, 13 de enero de 2019

CUENTO TRES



Hace dos años que me he mudado a una comunidad muy pequeña, sólo hemos tenido una reunión de vecinos y allí la conocí...

Encima de mi piso vive una mujer de mi misma edad, cerca de los sesenta.
La miré a los ojos, los tiene como el color del cielo en un día de primavera, un azul celeste, preciosos, su pelo, con sus rizos naturales, en una media melena canosa, se mueve con suavidad como si hubiera sido bailarina de ballet.  
Me sorprendió su voz ronca, de fumadora, como si no "le pegara" ante el aspecto frágil de su cuerpo.

Sentía curiosidad por mi vecina.  Desde que llegué a mi nueva casa, la siento, la oigo caminar con tacones...sólo por la noche.

La primera vez que me percaté de ella fue cuando la cartera me dijo que nunca le abre la puerta, para qué pide paquetes, que vienen siempre de una librería de segunda mano, de Madrid.

Curioso, pensé...una lectora, que no abre la puerta ante la llegada de los libros que ha pedido...

Yo no salgo mucho de casa pero cuando lo hago, a la vuelta siempre tomo el camino para ver de frente la fachada de la casa, y miro sus ventanas, están abiertas las cortinas, entrando la luz y sol, pero nunca la he visto, ni siquiera una sombra cuando es ya de noche, veo una luz suave pero nunca la he visto..ni una sombra, es como si el piso no estuviera ocupado.

Pensaría que no vive nadie encima de mi, si no fuera porque cuando llega la noche, y digo noche, sobre las doce hasta las tres de la madrugada los ruidos son constantes, mueve muebles...oigo sus tacones, van y vienen, estoy tumbado en la cama y miro el techo, la siento...oigo como abre cajones, nunca oigo una voz, un teléfono, música, televisión, radio, nada, solo sus tacones como una música que va y viene.
No me molesta, me siento acompañado en mis noches sin sueño pero me intriga, no el que nunca la he visto salir de casa, quizá esos horarios que lleva, y no oír nunca a nadie, nada de visitas, familia, amigos. Nada.

Si tuviera una imaginación que no tengo pensaría en una enfermedad mental o en una criatura que no puede vivir a la luz del día.  Cada noche, espero que den las doce para sentir que hay alguien arriba, no siento miedo pero la curiosidad me puede.

Un día se fue la luz y subí directamente a su casa...llame varias veces y no salió ni un solo ruido detrás de la puerta, le dije: soy el vecino, tiene luz? luego pensé que parecía un vecino cotilla, antes de bajar a mi piso ya había vuelto la luz.

Espero con ansiedad la próxima reunión vecinal...la miraré con mucho disimulo, al igual que la única vez que la he visto...ella nunca miraba a los ojos de nadie, era como si hablara a alguien que no estuviera sentado en esa mesa.

Me siento acompañado al igual que intrigado por mi vecina, esa que imagino, fumando, vistiéndose con batas de seda y tacones para caminar por su casa cuando se hace la noche, y por el día, duerme...


 


domingo, 6 de enero de 2019

LAS FIESTAS HAN TERMINADO



Desde que mis padres no están no me gustan las fiestas que hoy acaban.  No obstante, este año con la ilusión de mi nieta, he adornado la casa y he disfrutado cada momento que hemos estado juntos, todos.

Quería escribir al finalizar el año pero no pude y quería decir tantas cosas...
Ha sido un año, el pasado, tan especial en muchas cosas que no sabía por donde empezar, así que el acontecimiento ha sido el nacimiento de Violeta, verla crecer sana ya es el mayor premio que la Vida te puede dar.

La veo con mucha frecuencia, me conoce, sus enorme ojos se ríen antes que su boca, gatea, se pone de pie, y ahora que su mamá empieza las clases, las abuelas la tendremos aún más, todo felicidad, la felicidad que solo dan los niños.

Mi estado de salud, pues bueno, ha sido un año "raro", he probado infinidad de tratamientos...he tenido nulos resultados, alergias, alteraciones graves y por fin ha sido un año de urgencias, pero sin ningún ingreso, todo un logro para mi maltrecha salud.  Estoy que no me lo creo, disfruto cada día como si fuera el último.  

Ahora la casa esta en silencio, solo suena Radio Clásica, una vela luce en el salón y Frida dormita en el sillón de mimbre.  Se acaban de ir los chicos y tengo el olor de la nena en mis manos.

Estoy llegando después de una época muy convulsa a un estado de paz y serenidad que no sé ni como lo consigo con lo que esta cayendo...

Pero así seguimos, poniendo lo que tenemos y un poco más en esta lucha que es la Vida.  Arañando los momentos de alegría, felicidad, risas, mimos, abrazos, que nos sostendrán en los días oscuros, fríos y tristes que todos tenemos.

Este año pasado hice un tallercico de escritura que me vino estupendamente, me valió para salir de casa, que aunque estoy muy a gusto en ella, tengo que pisar la calle, esa calle que a veces se me hace angustiosa.

He descubierto autoras nuevas y viejas, todas maravillosas.  Mi poca vista no la malgasto en nada ni nadie que no me "enganche".

Sigo viendo amanecer y atardecer con estos ojos que este año pasado se han quejado mucho, pero siguen viendo las caras de los que amo, el cielo, mis lecturas y me permiten escribir.
Lo mismo que mis manos, que no sostienen un boli pero en el ordenador no van mal.

En este año recién estrenado, sin entrar en política, aunque todo es política, las cosas van de mal en peor...los recursos cada vez son más exiguos, las plazas están llenas de jóvenes que no han accedido al campo laboral, ellos, los que tienen que mantener este sistema que se tambalea, y que amenaza a los más vulnerables, jubilados, enfermos, niños, mujeres..

Ya no sueño, pero quiero creer en un mundo más justo para los colectivos más desafortunados, y para la mitad de la población mundial: las mujeres.

No quiero seguir sintiendo miedo por mi hija; cuando miro a mi nieta pienso si ella podrá ser más libre de lo que somos nosotras, las que llenamos las calles pidiendo libertad y justicia. Sé que no estará sola, que serán muchas y muchos más los que seguirán en la brecha.

Ahora, que la noche todo lo llena, que faltan unas horas para recoger los adornos de navidad, os deseo todo lo mejor, en un mundo mejor.  Sé que no es fácil pero no nos dejaremos vencer por el desanimo.

Un saludo, mis queridos lectores.