Cuando podía caminar, paseaba mucho alrededor de la Ciudad Jardín, allí podía ver todas las mañanas a unas chicas cada una en su silla de ruedas motorizada, una de ellas, con un perrito pequeño caminando pegado a su silla.
Todas las mañanas cuando iba a la rehabilitación me paraba en un banco y la perrita se acercaba a decirme cosas, sé que es perrita porque me lo dijo su dueña, siempre pensaba y me sentía mal de quejarme, yo caminaba con un bastón, pero ellas, que parecen hermanas, van con sus cuerpos deformados en una silla de ruedas, soy una afortunada. Nunca he hablado con ellas, no parecen tener problemas de relacionarse, allí andan con un grupo de gente con perros, ni complejos.
Ahora que han pasado casi dos años que no voy a esa plaza porque no puedo caminar, suelo verlas sobre todo a la del perrito por las calles donde me muevo, entran a comprar, llevan bolsas, siempre van vestidas con colores alegres y bolsos de tela de colores llamativos. Las admiro, no tienen una vida fácil, pero estoy completamente segura que no se rinden y que no se lo ponen fácil a lo que las tiene atadas a esas sillas de ruedas.
Ahora hay otro caso que veo a través de una ventana, cuando salgo de casa, cada vez menos, todo hay que decirlo, me siento en un banco y enfrente hay un balcón acristalado, allí veo en una silla de ruedas a una mujer joven, siempre mirando la calle, nunca la he visto paseando, saliendo, dándole el aire en la cara.
Me da la sensación que no quiere salir o porque no quieren que la vean en la silla o porque a perdido la ilusión de salir a la calle y sentir el sol, el viento, ver la gente, incluso hablar, o mirar, pero no siempre, no, todos los días a través del cristal de su ventana.
Lo digo porque sé que es duro estar en casa día a día y ver pasar la vida por las ventanas, por eso a poco que puedo, salgo a la calle, es este año, el primero que no he ido a comprarme el regalo de mi cumple, ropa, porque me duele vestirme y desvestirme, y porque me digo que solo salgo a los médicos, espero que lleguen tiempos mejores, nunca pierdo la esperanza de que llegarán, nunca he sentido complejo por como ha ido cambiando mi vida, mi cuerpo, mi forma de vestir ni de calzarme, ni ahora tener que tener la ayuda de una muleta para caminar inclinada, cuando a veces mi miro en un escaparate, no me reconozco, pero sigo saliendo a la calle, no me importa lo que piensen de mí, ni las miradas que a veces siento de pena, la gente, la minoría, tiene poca consideración hacia el enfermo que tiene señales visibles en su cuerpo. Sentir esas miradas, no duelen, pero molestan, mi forma de pasar de esas miradas, es pintarme los labios de color rojo, y si hace sol ponerme unas grandes gafas, graduadas de sol, y seguir, caminar, viendo como mi cuerpo se tuerce, pero caminar.
Me gustaría que esa mujer conociera a esas otras dos que pasean por todo el barrio, sin complejos, quizá las vea pasar por su ventana y entonces, ¿Que pensará? No podemos perdernos nada, a pesar de lo que nos ha tocado por eso aprovechemos el segundo, de la forma que nos haga felices, porque el tiempo pasa y no regresa y nosotros cada vez estaremos un poco peor, así que a pasar de todo y de todos y a VIVIR, que son dos días y uno suele estar nublado.
Os pongo una poesía que me gusta mucho y hoy he recordado y nos viene muy bien:
No te detengas. Walt Whitman.
No dejes que termine el día sin haber crecido un poco,
sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte,
que es casi un deber.
No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
No dejes de creer que las palabras y las poesías
sí pueden cambiar el mundo.
Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.
Somos seres llenos de pasión.
La vida es desierto y oasis.
Nos derriba, nos lastima,
nos enseña,
nos convierte en protagonistas
de nuestra propia historia.
Aunque el viento sople en contra,
la poderosa obra continúa:
Tu puedes aportar una estrofa.
No dejes nunca de soñar,
porque en sueños es libre el hombre.
No caigas en el peor de los errores:
el silencio.
La mayoría vive en un silencio espantoso.
No te resignes.
Huye.
"Emito mis alaridos por los techos de este mundo",
dice el poeta.
Valora la belleza de las cosas simples.
Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas,
pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.
Eso transforma la vida en un infierno.
Disfruta del pánico que te provoca
tener la vida por delante.
Vívela intensamente,
sin mediocridad.
Piensa que en ti está el futuro
y encara la tarea con orgullo y sin miedo.
Aprende de quienes puedan enseñarte.
Las experiencias de quienes nos precedieron
de nuestros "poetas muertos",
te ayudan a caminar por la vida
La sociedad de hoy somos nosotros:
Los "poetas vivos".
No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas ...
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