Este mes he comprado todas las revistas
“femeninas” mensuales, que además venían con un especial de
moda Otoño, ya sabéis, esa ropa que ves en las fotografiás y que
luego no ves en las calles...
Analizando las fotografias los
comentarios, todo, he llegado a la conclusión que tampoco hay que
ser muy lumbreras para llegar a ella, de que las mujeres, al menos la
mujeres que se dejan llevar por las modas, que tienen varias
tiranías, una, la del peso...y otra la de los zapatos...
Por mi enfermedad, no he podido llevar
nunca zapatos de tacón, y no he tenido complejo cuando era
adolescente, esa edad difícil, no sé si porque soy más alta de lo
normal para mi generación o porque me dolían tanto los pies, que
pensar en tacones me ponía peor...
Pero si que me he fijado que en todos
los artículos salen mujeres con tacones, como sinónimo de
elegancia...no tiene porque. Y si no pasamos a las manoletinas,
zapatos planos, que tan malos son también para la espalda.
Después de años de “lucha” por
los kilos de menos en todo lo relacionado con la ropa, deberían de
tratar el tema de los zapatos. Hay muchas jóvenes con problemas de
salud, que no pueden ni podrán jamás usar tacones ni ciertos tipos
de zapatos y puede que algunas de ellas se sientan tan diferentes que
incluso, según como se lo tomen necesiten ayuda médica, para no
sentirse tan diferentes al resto de amigas, adolescentes, compañeras,
todas las que ven por las calles con esos tacones infernales que
antes han visto en las resistas y que seguramente los ha creado
alguna cabeza, mal pensante, y digo mal, porque no ha pensado en la
salud ya no mental si no física de las mujeres que tienen que sufrir
los tacones y plataformas para “ser elegantes”.
Paseo mucho por la Ciudad, y me siento
mucho en la calle, y observo, veo chicas jóvenes con carritos de
bebé, subidas a unos tacones infinitos. A mujeres con la bolsa de
la compra, con tacones, a chicas jovencitas andando muy mal.
Yo tengo una relación muy especial con
mis pies, los tengo enfermos, y me duelen hasta en la cama, por eso
me fijo tanto en los pies de las demás mujeres. Y me sabe muy mal,
que no piensen en ese gran número de mujeres que bien por su
trabajo, no me imagino a mujeres en ciertos trabajos con 12
centímetros de tacón...eso solo vale para la foto...ni que nos
digan que no podemos ser elegantes si no llevamos unos (no quiero
decir nombres, pero me salen varios...) No, no y no.
Estamos un montón de mujeres que
llevamos zapatos ortopédicos, feos, porque no sé porque no pueden
hacer algún modelo más bonito...que son carísimos, pero que los
necesitamos para poder andar lo mejor posible. Yo me siento elegante
y bella con mis zapatos horrorosos, no tienen que decirme un montón
de diseñadores, blogueras y todas las revistas y presentadoras de
televisión, subidas a sus inmensos tacones que no soy una mujer
atractiva. El atractivo es otra cosa, yo lo tengo muy claro, pero
soy mayor, no soy una jovencita y pienso en ellas, en el daño que
les puede hacer esa publicidad malsana.
Otra cosa, cuando encuentro un zapato
que no me duele, cosa rarísima, los compro en otros colores de tan
mal que me va probarme y estrenar zapatos. Pensemos en una población
que no puede andar en esos bellos zapatos. Pero que no nos digan que
por no usarlos no somos bellas...
A mi personalmente lo que más me costo
fue en verano enseñar los pies...me habían repetido tantas veces
que los tenía feos, que me lo había creído y siempre llevaba
zapato cerrado, hasta que un día gracias a las conversaciones con mi
medico y gracias a que ya había pasado la etapa de negación de mi
enfermedad, hice una cosa que para nadie que haya pasado por lo mismo
no tendrá ninguna importancia pero para mi la tuvo, la tiene y
mucho, llego el verano y me compré unas sandalias en las que
enseñaba mis pies, deformados por la enfermedad, no feos. Cada vez
que me las pongo es como que me reafirmo.
Lo mismo que cuando camino sobre mis
zapatos, que tienen que ser buenos para caminar y con una suela que
no nos ocasione problemas de salud, no ya para los que los tenemos si
no para las mujeres que no los tienen y que probablemente un día
enfermaran por llevar los tacones que “manda la moda”.