martes, 21 de noviembre de 2017

UNOS DIAS ESPECIALES...


Hace unas semanas tuve que ingresar en el hospital por una complicación en mi salud.
Mi reumatóloga no estaba y la atención que recibí desde el primer momento fue con la jefa del servicio de Reumatología del Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa de Zaragoza, la Doctora Delgado.

Los primeros días pasaron como una nebulosa entre goteros y dolores, estaba sola en una habitación, pero luego cuando llegaron varios resultados y fui mejorando, mi cabeza empezó a estar en condiciones de pensar, valorar, disfrutar, añorar, fueron unos días muy especiales, sola entre las cuatro paredes de la habitación, con una gran ventana que no bajaba las persianas en toda la noche e incluso dormía con la luz encendida.

Por la mañana a primera hora, la doctora llegaba y me iba contando cosas de mi salud, pruebas y demás cosas relacionadas con mi ingreso.
Deseaba que llegara ese momento, porque había días que era mi única salida de "mi" mundo.

Llegó un día que la doctora miro uno de los libros que me acompañó en mi estancia, y me comentó si me gustaba leer...empezamos a comentar libros, autoras, y el tiempo voló.

Otro día llegó con un regalo para mi: la recomendación de un libro, aún guardo su letra en un papel con el título y el autor: "La ley del menor" de Ian Mcewan.
Me comentó que iba de hospital y amor a la literatura y la música, que ella al recordar ciertos pasajes del libro la emocionan.

Al día siguiente me dijo que escuchara una canción: Maura O'Connell with Karen Matheson - Down by the Salley Gardens (1998), pero que no me decía en que parte de la novela pero que lo descubriría.

También me dijo que esperaba mi comentario al libro y quiero que esta entrada sirva para eso también.

La leí en un par de horas, pero ya fuera del hospital, y la verdad es que me ha marcado y nunca olvidaré alguno de sus pasajes, como tampoco la "similitud" entre la Magistrada Fiona y mi doctora, la doctora Delgado, que traspasó el tema médico para llegar al tema personal. 

Me gustó que cruzara esa frontera, como un gesto que tuvo en la consulta y que jamás olvidaré, me gustó que aparte de tratarme por un problema de salud, el tiempo que no se tiene en una consulta, llegara a otro nivel en la habitación donde estaba ingresada, Gracias, nunca olvidaré su trato.

Si hay algo que me guste es que me recomienden un libro y que me entusiasme, la verdad es que el autor me apasiona, desde el joven  que escribió sus primeros libros bajo el influjo de algunos escritores norteamericanos -Philip Roth, Burroughs- tratando de provocar cierto impacto en la plácida tradición británica. Y aunque esa tradición siempre estuvo presente en su obra, quizás vuelve ahora con una relectura más distanciada y más honda.

Esta novela me ha llamado la atención por muchas cosas, por la edad de la protagonista, por la situación persona que atraviesa, por la autoridad que tiene sobre la vida de los demás: La educación de un niño...el bienestar del menor será la consideración primordial del juez. 

Esas horas que pasa con Adam en la habitación del hospital, cuando hablan de la vida y la muerte, cuando leen poemas e incluso cantan mientras Adam toca el violin un poema de Yeats: "Down by the Salley Gardens".  El poeta dice: yo era joven e insensato...y era un acto de esperanza, implicaba un futuro.

Luego en otro pasaje de la novela, recordé la recomendación de la doctora y escuché la canción, canción que siempre irá acompañada a mis sentimientos en esos días y al leer la novela.


"Acostumbrada a evaluar las vidas de los demás en sus encrucijadas más complejas, Fiona Maye se encuentra de golpe con que su propia existencia no arroja el saldo que desearía: su irreprochable trayectoria como jueza del Tribunal Superior especializada en derecho de familia ha ido arrinconando la idea de formar una propia, y su marido, Jack, acaba de pedirle educadamente que le permita tener, al borde de la sesentena, una primera y última aventura: una de nombre Melanie.
 
Y al mismo tiempo que Jack se va de casa, incapaz de obtener la imposible aprobación que demandaba, a Fiona le encargan el caso de Adam Henry. Que es anormalmente maduro, y encendidamente sensible, y exhibe una belleza a juego con su mente, tan afilada como ingenua, tan preclara como romántica; pero que está, también, enfermo de leucemia. Y que, asumiendo las consecuencias últimas de la fe en que sus padres, testigos de Jehová, lo han criado, ha resuelto rechazar la transfusión que le salvaría la vida
 
Pero Adam aún no ha cumplido los dieciocho, y su futuro no está en sus manos, sino en las del tribunal que Fiona preside. Y Fiona lo visita en el hospital, y habla con él de poesía, y canta mientras el violín de Adam suena; luego vuelve al juzgado y decide, de acuerdo con la Ley del Menor.
Con lo que ocurre después para ambos compone IanMcEwan, con un oficio que extrae su fuerza de no llamar nunca la atención sobre sí mismo, una pieza de cámara tan depurada y económica como repleta de conflictos y volúmenes; una novela grácil y armoniosa, clásica en el mejor sentido de la palabra, que juega su partida en el terreno genuino de la escritura más indagadora: el de los dilemas éticos y las responsabilidades morales; el de las preguntas difíciles de responder pero imposibles de soslayar
 
La ley del menor habla del lugar donde justicia y fe se encuentran y se repelen; de las decisiones y sus consecuencias sobre nosotros y los demás; de la búsqueda de sentido, de asideros, y de lo que sucede cuando éstos se nos escapan de las manos: lo hace con la seguridad tranquila de un maestro en la plenitud quintaesenciada de sus facultades".






https://laslecturasdeguillermo.files.wordpress.com/2015/10/cubierta-de-la-ley-del-menor.jpg 



La canción es esta, gracias otra vez Doctora Delgado, por una bella canción y por la recomendación.





Maura O'Connell with Karen Matheson - Down by the Salley Gardens (1998)



Quiero aprovechar estas lineas para agradecer a todo el personal de la planta décima del hospital, a todos los profesionales que cuidaron de mi maltrecha salud, a las auxiliares que me dejaban la ventana abierta un ratito... a las que se preocupaban por lo que comía, a las enfermeras que cuidaban de mi tensión, de las medicaciones y de mis venas... a las celadoras que me llevaron a las pruebas con cuidado, procurando que no cogiera frío, a la visita de noche de mi Doctora Del Rio, y a la Jefa del Servicio Doctora Delgado por traspasar la parte de trabajo y llegar a la personal, un poco como pasa en la novela que me recomendó.  Gracias, de corazón, de ese corazón que esta cansado de sufrir y luchar pero que seguirá en ello, cansado pero latiendo!!!