domingo, 14 de abril de 2013

LA DESHUMANIZACION

 

Esta mañana en nuestros paseos con Ibón, hemos visto un “cuadro” que me tiene acongojada, triste, muy triste.
En plena calle una anciana le decía a a dos agentes de Policía, que su hija la tenía abandonada, y el Policía le preguntaba: y que quiere hacer, nosotros que podemos hacer? Y ella le contesta: me iré con la caridad...y el Policía, joven, le contesta, con una leve sonrisa, que me ha helado la sangre, y eso que casi no miraba, porque todo ha sucedido en estos segundos de cruzarnos en la acera...la caridad, señora? Eso ya no existe...Allí han seguido, nos hemos ido alejando y Antonio y yo hemos empezado a comentar.

Él me decía que en un pueblo, esa situación no existía...que allí si tienes familia viviendo en el mismo pueblo, van y vienen y están los abuelos cuidados.

Y también ha añadido que los vecinos se preocupan unos de otros, que controlan si sale de casa y si no ven a tal vecino que abre las ventanas...

Creo que eso pasaba cuando Antonio era pequeño, y ahora tiene idealizado el “modelo” vecino...

El tema de la familia, puede ser, porque en un Ciudad, con las distancias, los trabajos y quizá que los hijos o viven en la misma Ciudad hay muchos ancianos en situación precaria, y más que estarán porque los Servicios Sociales que estos años han cuidado y llegado donde la familia no quería o no podía. Los ancianos que tienen hijos en el pueblo sí que suelen tener más compañía que en las ciudades, pero también eso esta cambiando, pero es mejor que en la ciudad.

Hemos comentado que en esta finca donde vivimos por ejemplo, hay dos casos de ancianos, que hace días que no vemos, ni a ellos ni a las chicas, que venían a cuidarlos, preguntado el otro día al portero, porque mi madre quería pasar a verlos, llevan más de 20 años viviendo aquí, y aunque con poca relación, se visitaban en las casas, con poca frecuencia, todo hay que decirlo, y me dijo que uno lo habían llevado a una residencia y la otra estaba al cuidado de una chica las 24 horas porque había perdido por completo los recuerdos, y como sus dos hijos son médicos, no quieren sacarla de casa, y ellos asumen los cuidados médicos.

Son dos casos, que ocurren diariamente, vives puerta con puerta, pero nunca llamas, no te importa si abren la puerta, no te preocupas de si suben o bajan las ventanas, vivimos aislados en nuestros pisos, sin saber, sin querer saber ni que los demás sepan de nosotros.

En mis muchas mudanzas, he tenido solos unos vecinos, mayores, que mi hija los llamaba los abuelos del pueblo, tenían mis llaves de casa, yo la de la suya, no había día que no nos viéramos, o bien por las terrazas o si nos oíamos por el jardín nos hablábamos. Ella me enseñó a coser, entonces aún podía hacerle la ropa a mi hija, a hacer ganchillo, me encanta la aguja, ahora no pudo sostener una en la mano, pero hace años no se me daba mal. Esta relación ha sido la única que he tenido de verdad en más de 30 años andando por diversos pueblos. Si eran las 10 de la mañana y no veía las ventanas abiertas, ya me preocupaba, o llamaba o entraba en casa, y algún susto de que estaban malos y he tenido que llamar al médico se ha producido, pero para eso estamos los vecinos, los buenos vecinos, cuando empezaron a empeorar, por la edad, sé que sus hijos, dos hijas y un hijo, les dijeron que no me llamaran si se ponían malos...ellos no querían tener responsabilidad y les molestaba que una persona que no era de la familia estuviera pendiente, con sumo buen grado.

Poco a poco envejecieron y al hombre lo llevaron a una residencia y ya falleció, la madre, que siempre que pienso en ella pienso en la vitalidad, la alegría, igual hacia un pastel que un mantel, nada se le ponía por delante. Un día me oía llorar y la mujer pasó a casa y me preguntó con pudor, que me pasaba, ha sido la única persona que una época tremendamente dura para mi, estuvo a mi lado, y me aconsejaba igual que una madre, porque tiene la edad de ser mi madre, le debo tanto, tantas alegrías y buenos ratos, mi hija antes de entrar en mi casa entraba en la suya, le preparaba chocolate, ha sido una gran relación por ambas partes. Ahora ella ya no le quedan casi recuerdos, y la tienen las hijas...y el otro día precisamente me encontré con la hija y ella de paseo, que alegría!!! ella también se alegró pero no me conoció, estoy segura de que no. Le dije que era la mejor vecina que había tenido y que estoy segura que no tendré otra tan buena, ella se rió pero no dijo nada, solo sonríe...me alegré y a la vez me entristeció el encuentro.

Pero esta relación de vecindad ocurrió porque ellos eran mayores, si hubieran sido de mi edad o más jóvenes no se habría producido.
Hemos ganado en cosas, pero nos hemos deshumanizado, es triste pero real.

He rebatido con Antonio y le he dicho que lo que él recuerda de vecinos es de hace 50 años, que ahora es lo mismo un pueblo que una ciudad, cada uno se mete en su casa y no quiere saber nada de nadie, con la diferencia de que en un pueblo pequeño quieren saber pero lo que no les importa...

En más de dos años, en su querido lugar de nacimiento, han visto varias veces el coche del médico de urgencias en la puerta, me han visto con muletas a mi hija y a mí, jamás han preguntado, ha fallecido mi padre, ni un vecino me dijo nada...

Excepto con una pareja, ya mayor, que casi todos los días coincidíamos en nuestros paseos, con ellos hablábamos de todo, la excepción que confirma la regla, una excepción cada vez más excepcional, lamentablemente.

Vamos hacia una sociedad cada vez más deshumanizada. Qué podemos esperar de esa frase que antes se decía mucho: vale más un mal vecino que un buen familiar, porque el vecino lo tienes cerca, eso era antes ahora, miramos para otro lado y a mi que no me molesten para nada, miramos la mirilla si nos llaman a la puerta porque no estamos acostumbrados a que suene el timbre de casa, esa casa que cuando yo era pequeña en la finca donde vivía las puertas permanecían abiertas...