El otro día un comentario mío sobre un
dictador recientemente fallecido, y lo que me contó una persona que
vive y es del mismo País, me hizo recapacitar sobre lo poco que
llegamos a conocer las cosas, si no las vivimos en primera persona, sé
por los libros, por las noticias, pero no he vivido el día a día,
también fui calificada como izquierdosa y aunque no tengo porque
esconderme de mis inclinaciones políticas, soy tremendamente
respetuosa con las creencias religiosas y políticas de todos, por eso
en mi patio, hay varios credos e imagino que votantes de diversos
partidos políticos.
Pero soy algo diferente a una mujer de
izquierdas, soy REPUBLICANA, quizá hay que haber nacido en España,
es diferente a ser de izquierdas y pienso que no se diferencia el
término de no haber vivido lo que hemos vivido.
Quiero empezar diciendo que también
hay que vivir en tu propio País para entender un poco mejor o un
mucho todo. La gente que no es de España, habla de la Guerra Civil,
o bien por ideología, o por militar o por lo que ha leído, y según
quién escribe ya sabemos hacia que lado inclina la Historia.
Voy a contar una pequeña historia de
una familia normal, la mía, pero que es representativa de lo que ha
pasado en España, durante la dictadura franquista, porque por mucho
que les pese a muchos, fue eso un DICTADURA.
En mi casa no se hablaba de política,
jamás, pero en mi familia había unos familiares que cuando se
hablaba de ellos, siempre en voz baja y a escondidas, y eran un
capitán del ejercito republicano, uno de los últimos en abandonar
España, cuando recibieron la orden de disolverse y salir por sus
propios medios, porque si se quedaban les esperaba como menos, una
tortura en las cárceles franquistas o como la mayoría, un
fusilamiento al amanecer en cualquier pared...salió junto a un
hermano, teniente del mismo ejercito, y llegó a Francia. Cuando
allí se enteraron que a un hermano de ellos y a su mujer, los
asesinaron por venganza por tener hermanos en el “otro bando”, y
que a la mujer del teniente, embarazada, la habían encarcelado, este
volvió a pesar del miedo, no sirvió de nada, lo encarcelaron un
montón de años, y su mujer dio a luz en la cárcel a una niña,
niña que le arrancaron de los brazos y jamás volvió a ver, sería
dada como tantos niños, a una familia adepta al régimen franquista.
Los asesinados ni siquiera tuvieron una tumba, como tantos otros,
que no saben, donde están sus huesos y ni un nombre tienen.
El Capitán cuando empezaba a
recuperarse empezó la Segunda Guerra Mundial, y fue al frente,
cuando lo hirieron y no pudo seguir, se alistó en la Resistencia, y
lucho por la libertad, con la firme esperanza de que cuando llegaran
los aliados entrarían por los Pirineos...cosa que no ocurrió y nos
condenó a casi 40 años de amarguras, miedos, muertes, amenazas,
retraso, a todo malo y nada bueno, por mucho que algunos se piensen
que la dictadura trajo algo bueno a este País. Volvió a España
cuando Franco hizo una especie de “indulto” para que pudieran
regresar, pero no por su gusto si no por su mujer que tenia familia
en Zaragoza, pasaban unos días todos los años, pero él no se
sentía a gusto, sabia que se cruzaba por la calle con quién
probablemente había denunciado a su familia, al final murió en
Francia, País que lo acogió..
En otra parte de la familia, cuando
entrabas al salón en una mesita camilla, había una gran fotografía
con un marco de plata y un hombre vestido de militar, joven. guapo,
capitán también, muerto en alguna estepa rusa, miembro del ejercito
sublevado y de la División Azul. El marco contenía en un borde un
trocito de la bandera de España, en la esquina. Y delante de la
foto había tres cajitas con tres medallas, me imagino que al valor,
a mi me atraía verlas, mirarlas, pero no podíamos tocarlas, siempre
estuvo presidiendo ese salón, y su madre y su familia hablaba y
lloraba con orgullo, podía hablar de su muerto, cosa que en otras
casas no podían hacer, ni llorar ni hablar ni una madre podía poner
la foto de su hijo caído por luchar contra un ejercito insubordinado
con el orden político que estaba completamente legalizado en este
País, la República, votada mayoritariamente, con unos derechos como
no se habían conocido antes.
Y un hombre, dicen buen estratega
militar, dio un golpe de Estado y con parte del Ejercito y ayudado
por los fascistas que gobernaban parte de Europa, hundió a un País
y acabó con todos los derechos tanto políticos como humanos.
Matrimonios civiles fueron anulados,
hijos nacidos de esos matrimonios, fueron declarados ilegales, las
mujeres volvieron a salir solo a misa, podía seguir pero son muchos
los recortes que la dictadura franquista quito a este país, derecho
de huelga, derecho de reunión, prohibió partidos políticos y
Sindicados obreros, tantos y tantos derechos pisoteados, Podía
seguir con las condiciones de vida que cambió la República en este
País, como el voto para las mujeres, por primera vez en la historia,
hay muchas que no voy a relatar porque no soy una experta en el tema,
pero están escritas y se pueden leer, nada me invento.
Dicen que en la guerra todo vale que es
matar o morir, los dos ejercitos hicieron lo que hicieron para ganar.
No lo disculpo. Una vez leí que la peor guerra es una entre
hermanos, los mismos habitantes de un País, eso genera odios,
rencores, muy dificiles de olvidar. No hay que olvidar que no había
un enemigo de fuera, si no un hermano, amigo, un español contra
otro.
Cuando el ejercito insubordinado, se
hizo con el poder, aquí no acabo la guerra, aquí en España empezó
el terror, aquí no hubo ganadores y perdedores, aquí hubo
vencedores y vencidos.
Y así estuvo Francisco Franco y sus
secuaces gobernando este País como si se tratara de su finca, que al
fin y al cabo es lo que era.
Años de represiones, de miedos, de
detenciones y de asesinatos, no les tiembla la mano a ningún
dictador para firmar unas sentencias de muerte, solo porque no
piensan como él. No tienen argumentos, solo el poder de avasallar
y matar.
Esto no quiere ser una lección de
historia, si no, que si me lee alguien que no es de España
comprenda un poco mejor lo que ha significado la guerra en este País,
ya casi no quedan personas vivas, pero yo he escuchado a muchos
republicanos, llorar por la impotencia de pensar que acabaria pronto,
que llegarían y nos “salvarian” igual que hicieron en el resto de
Europa, cosa que no ocurrió y poco a poco comprendieron que el
dictador, moriría matando, como así ocurrió.
Aquí no se juzgó a nadie, nadie ha
pagado nada. No solo eso si no que el dictador, nombra a una
persona, en este caso a un rey, para sucederle, y lo votan las Cortes
franquistas, que legitimidad tiene? Lo primero que hace es decir que
nadie será juzgado por lo pasado...eso para los franquistas claro, y
luego le da un título nobiliario Duquesa de Franco a su viuda, ahora
heredado por su hija y luego heredado por sus hija...Algo insólito,
en este País, que dicen que es diferente, tenemos y vivimos con la
familia del dictador y con la real...
Un juez ha intentado “mover” este
asunto y ha sido incapacitado para seguir...a muchas personas no les
interesa que siga adelante, así no se puede avanzar, aunque ya no
estén los padres ni los abuelos, las familias siguen teniendo
privilegios que no son suyos, son robados.
Por eso soy REPUBLICANA, porque para mi
no tiene ningún valor este rey puesto por un dictador, porque una
vez muerto el perro se acabo la rabia...porque después de morir el
dictador, debería de haberse instaurado la República, que es la gran
perdedora de esta historia, la quitaron a la fuerza, y nadie la
nombra, o pocos, ahora con los escándalos del rey y familia, parece
que hay más voces en contra.
Somos una generación nueva, que hemos
nacido en la dictadura, y nuestros hijos que han nacido en
democracia, saben que hay muchas heridas abiertas que no se cerraran
facilmente y menos mientras siga habiendo un régimen político a todas
formas, impuesto por el dictador.
Hace muy pocos días leía que los
nietos de los judíos “marcados” al entrar a los campos de
concentración, se estaban tatuando el número de sus abuelos, para
no olvidar, pues eso, no olvidemos¡¡¡
También he leído alguna vez que para
curar las heridas de una guerra civil hace falta que pasen
generaciones, quizá un día los futuros españoles no tengan en su
memoria todo el horror que nosotros, sin haberla vivido, la hemos
escuchado. Y hemos visto plazas, calles, monumentos del dictador,
aún quedan...y también en todas las iglesias del País, en todas,
había un monumento con los nombres de los caídos del bando
nacional, los insubordinados...y los otros, los que defendieron con
su vida la legalidad, muchos de ellos enterrados sin nombre, y a día
de hoy sin encontrarlos sus familias...que pena, que vergüenza, que
horror.
No es un declaración política,
simplemente no quiero equivocaciones, digo en mis escritos, mis
libros favoritos, mis películas, poesías, música, y ahora también
para evitar nombres diferentes hago mi declaración política y me
nombro como lo que soy, REPUBLICANA.
Y pido mi derecho a serlo y mi respeto
a ser lo que quiera igual que yo respeto lo que cada uno piense y
quiera ser.
Aquí dejo un artículo de Arturo Pérez
Reverte sobre la División Azul, que con sus palabras explica mejor
lo que somos en este país, llamado España.
Recordando Krasny Bor
Mi abuelo paterno, que era uno de esos republicanos de antes,
cultos, viajados y con biblioteca, escéptico como todo hombre sabio,
solía repetir una frase que yo, de pequeño, no alcanzaba a penetrar
del todo: «Los españoles sólo servimos para salir en los cuadros
de Goya». No fue sino más tarde, cuando leí libros, viajé y me
familiaricé con cuadros como los del 2 de Mayo en Madrid o el Duelo
a garrotazos, cuando comprendí a qué se refería mi abuelo, y
por qué, entre todos los pintores españoles, utilizaba a Goya como
clave lúcida. Como amarga referencia.
Hace unas semanas hice
un experimento. Se cumplían 70 años de la batalla de Krasny Bor,
cerca de Leningrado, donde 5.000 españoles de la División Azul
encajaron el ataque de dos divisiones soviéticas integradas por
44.000 hombres y 100 carros de combate: una compañía aniquilada,
varias diezmadas, oficiales pidiendo fuego artillero sobre su propia
posición por estar inundados de rusos. Abandonados a su suerte,
durante todo el día pelearon como fieras, a la desesperada. Casi la
mitad murieron o desaparecieron, pero frenaron a los rusos, les
hicieron 10.000 bajas y obtuvieron de Hitler este comentario:
«Extraordinariamente duros para las privaciones y ferozmente
indisciplinados». Y, bueno. Tales son los hechos y así los conté
en la red social Twitter, donde recalo algunos domingos, añadiendo
que entre los divisionarios no todos eran voluntarios falangistas,
pues también había ex combatientes republicanos y gente que se
alistó por hambre o para ayudar a algún familiar encarcelado o en
desgracia. Añadí que la causa que defendían era infame, pero eso
no alteraba el hecho básico: eran compatriotas, estaban en el
infierno y pelearon con bravura admirable. «Quienes nos gobiernan
deberían prestar atención a esas cosas -escribí-. La Historia ha
probado mil veces que no hay nada más peligroso que un español
acorralado».Lo interesante vino luego: tres mil opiniones de
tuiteros. Yo había mencionado un hecho histórico, destacando un
coraje y una tenacidad independientes de tiempos o ideologías. Algo
que ocurrió y que está -debería estar- en los libros de Historia
por las mismas razones que la toma de Tenochtilán, el saco de Roma o
la liberación de París por los republicanos españoles de la Nueve.
Y sin embargo, no pueden imaginar la que se lió en Twitter: los
insultos y descalificaciones entre quienes discutían. Algunos me
incluyeron, claro. Eso fue lo más revelador: ultraderechistas
acusándome de rojo por haber calificado de infame la causa que la
División Azul defendía en Rusia, y ultraizquierdistas acusándome
de facha por hablar de la División Azul en vez de sepultarla en el
negro olvido. Y entre unos y otros, docenas de tuiteros tirándose
los trastos a la cabeza con argumentos ideológicos, orillando el
hecho principal: el episodio histórico, su épica objetiva y su
interesante consideración. La Historia, en fin, que no es buena ni
mala, sino llave para comprender el pasado y el presente. Y a veces,
para prever el futuro.Así que una vez más recordé las palabras de
mi abuelo. Pensé en Goya. En ese cable suelto que los españoles
llevamos sumergido en bilis en algún lugar del corazón. En ese
rencor cainita, desaforado, siempre dispuesto a simplificar el mundo
en un estúpido nosotros y ellos. En esa necesidad nuestra, no de
vencer y convencer, sino de vencer y exterminar al vencido. Borrar
hasta su huella. Fusilar al que levanta las manos, en vez de
ofrecerle un pitillo y mirarlo a los ojos. Prueben a elogiar en
público el valor de moros y cristianos en Las Navas, o el de
republicanos y nacionales en El Ebro. Saltarán voces criticando la
igualdad de trato, la falta de etiqueta diferencial, la ecuanimidad
ante el valor y el sacrificio, como si éstos tuvieran que depender
de ideologías para ser admirables. Nadie puede ser admirable si no
pertenece a mi bando, es la lectura final. Esto repugna y entristece,
porque no es de ahora. Pese a lo que afirman los tontos, no lo
inventó Franco, ni la República: viajemos a la Dictadura, a las
guerras carlistas, a Fernando VII, a la Inquisición. En pocos
lugares de Europa hubo tanta saña y tanta vileza. Mientras en otros
países -también en eso envidio a Inglaterra- la inteligencia o el
valor del adversario son a menudo motivo de admiración y respeto, en
España no hacen sino aumentar la envidia; la ira de quien, una vez
dueño de la trinchera, remata la faena con toda clase de vejaciones
introductorias al tiro en la nuca. Tiro que, por otra parte, aplica
con más entusiasmo quien nunca corrió riesgos antes. Quien más
lejos anduvo, durante el combate, del verdadero campo de batalla.