viernes, 24 de febrero de 2012

EL PASEO



Hoy he tenido que ir a dos barrios de Zaragoza, que no había ido nunca, no conocía nada, no me orientaba, cosa nada rara en mi, y además no me han gustado.

No soy objetiva, puede, pero cuando he llegado a mi barrio a las calles conocidas, tantas veces andadas me he sentido en casa, la sensación de conocer todo y de saber a donde ir.

Una sensación que hacía muchos, muchos años que no sentía, porque he vivido en muchos sitios pero no me he sentido de ninguno de ellos.


Para terminar la sensación tan agradable que he sentido, esta tarde he salido a las 5 de casa, y he ido por la Avda. De Madrid, y como se nota lo que alarga el día, con un sol de tarde que calentaba y daba gusto caminar, las tiendas de flores habían sacado sus macetas a las aceras, los bares las mesas y sillas, y apetecía sentarse y ver pasar a la gente, sin nada más que hacer.

Parecía una tarde de Primavera adelantada, después de unos largos días tan fríos.

Pero lo que más me ha llamado la atención es una esquina de la misma Avda. había un señor mayor, tocando una acordeón, con una música, que me ha trasportado, no sé porque a una calle de París, enfrente había una terracita de bar con mesas y sillas de forja, y la música de fondo...la sigo llevando en los oídos.

Si no hubiera sido porque hoy tengo muy escaso eso tan precioso como es el TIEMPO, me hubiera sentado en la terraza, habría llamado a Antonio, y nos hubiéramos tomado un café, en silencio, oyendo las notas de esa acordeón que parecía hablar.

Nunca doy dinero, pero esa música ha hecho que le diera una propina al señor, algo muy pequeño, para lo feliz que me ha hecho.

1 comentario:

Lelia dijo...

Una tarde muy agradable, Isabel. Me alegro de que vayas recuperando tu barrio, las salidas por placer y no por necesidad, ese sol tímido que empieza a asomarse.. Gracias por compartirlo.