viernes, 23 de diciembre de 2016

LA LOTERIA DE NAVIDAD



Ayer fue el día de la lotería, o el de la salud...

Pasé casi todo el día en el Hospital, como cada mes, durante un día.

Estando esperando, como siempre, los crónicos sabemos tanto de esperas...

En el Hospital de Día unos voluntarios de la A.E.C.C. que hacen un trabajo fabuloso, iban y venían con caramelos, té, café, chuches, para hacer más llevadera la estancia en ese lugar lleno de esperanzas y miedos.  Una iba vestida de Papa Noel, y todos llevaban sus gorritos, iban dando alegría y repartiendo sonrisas, algo verdaderamente difícil, incluso para algunos de ellos mismos, pero, repito, hacen una gran labor.

Comentaban que no había salido el Gordo de la Lotería e iban y venían entre tratamientos, esperas y nervios.

A mi lado, esperando, estaba un señor de unos setenta años y me dice: oiga, si le tocara el gordo, que haría? me puede contestar?, no lo dudé un segundo y le dije: lo mismo que estoy haciendo ahora, esperar en el hospital para recibir el tratamiento, porque no puedo hacer otra cosa, nada más, no tengo fuerzas más que para llegar a ese sillón y empezar la sesión y llegar a casa y esperar que los efectos secundarios sean llevaderos.  No podría salir de fiesta, no iría a ningún viaje, nada, excepto lo que estoy haciendo.

Me dijo: sabe que tiene toda la razón, señora.  Yo tampoco podría hacer nada, en estos sitios, ante determinadas situaciones te das cuenta lo importante que es la salud, sin ella no podemos hacer nada.

Me habló de sus hijos y nietos, que el dinero los ayudaría y le comenté que eso también lo haría yo, miraría el futuro inmediato sin agobio, al tener un dinero, al poderte pagar ayuda, algo que con los recortes que hemos sufrido estos últimos años, la dependencia queda en manos de familia y el dinero...ha desaparecido en los bolsillos de muchos y algún que otro banco.  

Hablamos de los hijos, del futuro incierto, de asegurarles un poco la parte económica y ya nada más.

A él lo llamaron enseguida y ya no nos volvimos a ver.  

Ayer llevé esa pequeña conversación todo el resto del día en mi cabeza, hoy, en la cama y en el sofá, mis eternos acompañantes tampoco me ha dejado...

No juego a la lotería, pero sí, a la ONCE los viernes, y siempre he pensado lo poco que mi vida cambiaría.  Atada a un hospital cercano, limitada para salir, viajar.

Luego lo he comentado con otra persona, también enferma crónica, por teléfono y me decía lo mismo: sin salud no podemos hacer nada.  Y la salud, no se puede comprar.

Así, que como no nos tocó el gordo de la lotería de Navidad, seguimos soñando en dejarles a nuestros hijos un poco mejor el tema económico porque ya nada más podemos hacer.

Soñar, eso sí, pero movernos, poco.

En lugares así, como son los hospitales y ciertos lugares de los mismos, es donde de verdad vemos lo que somos, lo que importamos, lo que nos quieren y queremos.

Gracias al personal del Hospital de Día del Hospital Universitario Lozano Blesa de Zaragoza, que aunque con recortes y mucho menos personal, nos hacen sentir, personas y nos tratan con una humanidad tremenda, con sumo cuidado, como cuando buscan nuestras venas castigadas por tantos tratamientos, con una delicadeza y suavidad llenas de ternura.

Gracias a la suerte por tener Vida para seguir acudiendo a tratar de llevar nuestros días mejor, gracias por tener la inmensa suerte de poder seguir viviendo, gracias por poder decir que no nos ha tocado la Lotería de Navidad, pero que no importa.  Gracias a ese desconocido, que en un lugar así, todos somos conocidos y reitero las gracias al equipo de enfermeras de ayer por la tarde en especial, y a todas ellas en general.

Por muchas Navidades, años y días, juntos!!!

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