martes, 15 de mayo de 2012

MI LUGAR, MI SITIO



Hoy he hablado por teléfono con dos personas, una de cada pueblo en los que por circunstancias de la vida, he vivido unos años.

Hablando con ellas, les he dicho que me siento muy bien en Zaragoza, hacía más de 30 años que no vivía aquí, y ahora me siento bien.

Durante estos años que he ido de sitio en sitio, dejando atrás amistades, lugares, casas, muebles, vecinos, costumbres...tantas y tantas cosas.

Nunca me había planteado que podría volver a vivir en Zaragoza ni mucho menos “tan pronto”, pero ha sucedido y estoy contenta.

Es muy curioso, me gusta mucho el anonimato que da la Ciudad, los que hemos vivido en pueblos pequeños, sabes que eres observada, en algunas ocasiones, muchas, preguntada por cosas muy personales, no sé porque se creen con derecho a saber de ti. Lo he llevado lo mejor que he podido, bien, pero cansada de ir a un lugar conocer a gente, a muchas que me ha dolido tener que dejar, pero así tenia que ser. Recuerdo a mi hijo con 6 años, llorando porque no quería irse del colegio ni del pueblo ni de los amigos que tenia desde que se acordaba, porque fue a ese lugar con 4 meses, y eso es muy doloroso, yo sabia que no nos quedaríamos mucho, pero no echar raíces, es duro.

Ahora al volver a vivir a la ciudad, he recuperado mi anhelado anonimato, salir a la calle y cruzarme con gente que no me conoce ni sabe ni quiere saber nada de mi, ni yo de ellos, esa sensación de libertad, la saboreo diariamente.

Los vecinos, en una casa de 180 pisos, no es muy fluida, tengo vecinos que los conozco de hace más de 30 años, nos saludamos, a veces hablamos, pero, luego cada uno a su casa, y vale, ni preguntan ni pregunto. Tenemos una vecina que es la de la excepción, pero “solo” es una, y la puedes esquivar mucho mejor que en un lugar pequeño.

Ayer mismo paseando con Antonio le dije: que bien, no sentirte observada, y si te miran, no saben nada de ti, ni lo que es mejor, no inventan nada.

Me gusta la sensación cuando anochece, cuando las farolas se encienden y los pisos de enfrente se llenan de luz, no me siento sola, como me he sentido en algunos lugares donde he vivido, es curioso, más gente, menos intimidad, más soledad?

Otra cosa que me da la Ciudad es libertad de movimientos, en mi estado siempre he necesitado que me traigan y lleven en coche, hace unos años que ya no conduzco y viviendo en pueblos tienes que coger el coche hasta para ir a por la leche. Aquí puedo ir y venir a mi aire, puedo salir y entrar, el transporte publico no lo puedo usar si voy sola, pero acompañada lo uso, y si no tengo taxis en la puerta, y mis piernas, para moverme por el barrio.

La Ciudad es grande pero acabas haciendo tu vida en el barrio, donde tienes casi de todo, el salir del barrio es un capricho no una necesidad como era salir del pueblo para ir a otro más grande a comprar incluso la prensa y el pan...

También tengo cerca mi médico, eso, quizá para alguien que no este enfermo no lo entienda, pero a mi me da tranquilidad, sé que puedo llamar, y en unos minutos o viene o estoy en el Hospital, eso ha hecho que ahora pueda ir a Rehabilitación, cosa que estos años me era imposible hacer.
Salgo, ando, paseo, doy vueltas, veo los inconvenientes de la Ciudad, pero para mi tiene ventajas, muchas.

Al final es como dicen los ingleses, que tu hogar es tu castillo, pues eso, es donde más horas estas, en tu hogar, crear la atmósfera que te gusta, darle tu personalidad, sentirte a gusto y lo que hay detrás de los cristales, es eso, que si necesitas lo usas y si no, sigues en tu casa, en tu refugio.

Por eso yo me voy reencontrando a mi misma, estoy recuperando mi libertad de movimientos, aparte de la AR, claro, vuelvo a tener a mis hijos en casa, la sensación de entrar en la habitación de madrugada, y poder tapar a mi hija, que siempre se destapa y siente frio, y poder besarla, es mi mayor felicidad, después de unos años sin poder disfrutar de ellos, años, duros, dolorosos, y ahora quiero recuperar, sé que no es posible, pero sí, que vuelvan a sentir que están en casa, que tienen un hogar, que donde este su madre, tienen su sitio, para mi eso, es lo mejor de esta época que estoy viviendo, que mi hijo no se haya independizado, sabemos que la culpa es de esta crisis que los esta dejando sin esperanzas a corto plazo, y que mi hija me diga que quiere dejar el piso que comparte con amigas y quiere venirse a casa conmigo, me llena de felicidad.

También es verdad que tienen que ayudar, porque para mi es mucho esfuerzo, pero entre todos, podremos, si queremos, y querer lo queremos.

También el poder estar con mi madre, ahora mayor, y realmente enferma, me gusta ser su compañía, hacerle sentir que no esta sola, ya que mi querido padre se fue sin tenerme a mi a su lado, algo muy doloroso para mi, no sé si él se acordaba de mi, y si me extrañó...

Y así he llegado a Antonio, él es el gran perdedor, o el menos egoísta de esta historia, él ha dejado, su casa, su Ciudad, y se ha venido conmigo a compartir una casa y una familia que como todas, tenemos cosas buenas y otras no tanto.

Es un hombre tremendamente hogareño que pasaría días sin salir de casa, por eso, la estamos arreglando para sentirnos a gusto, ya que lo que hay fuera, la Ciudad, a él no le gusta.

Siempre me sentiré “en deuda” con él, a veces me pregunto que a visto en mi, para que este a mi lado incondicionalmente, y solo puedo darle las gracias por ser parte de mi felicidad, por hacer que yo vuelva a encontrarme en mi lugar, en mi sitio.

1 comentario:

Ramiro dijo...

Pues a mi donde esten los pueblos, que se quiten las urbes. De la ciudad solo me gusta la oferta cultural (biblioteca, exposiciones, etc.), de ocio y el gimnasio. Pero para gustos colores :)