martes, 18 de marzo de 2014

PANCHO, UN AMIGO DE IBON




Nosotros no tenemos amigos en Zaragoza, pero los que tenemos perro, tenemos una comunicación especial, nos juntamos, nos vemos, nos saludamos, preguntamos por tal o cual cosa de nuestros queridos compañeros.

Tenemos una comunicación especial, los que no tienen perro, pasan y no se paran, nosotros, nos paramos y según se lleven nuestros perros, estamos más o menos rato.

Hay algunos que son muy amigos, que cuando se reconocen, estiran la correa para juntarse y jugar, y jugar, incluso Ibón que ya es mayor, juega, se cansa pero juega mucho.

Con otros, la relación es más fría, un olorcito, un saludo y siguen cada uno su camino.

De las perritas en celo, mejor no hablamos, sale a la calle una perrita así y revoluciona a todos los machos, jóvenes y no tan jóvenes...la huelen a distancia y mejor, cambiarte de acera, porque la acalorada de los perros es tremenda y el miedo de los dueños de las perritas, grande, enseguida te dicen: esta con el celo.

Sabemos los celos de las hembras, los embarazos, las enfermedades de los perritos, sus ganas de jugar, sus preferencias de las comidas, todo, de nosotros, los humanos no sabemos ni los nombres, pero de ellos todo.

Entre todos los amigos que ha ido haciendo Ibón en Zaragoza, hay uno especial, Pancho, un perrito viejo, como Ibón, muy sociable, pequeño de tamaño, muy bien cepillado y limpio y es muy curioso verlo pasear siempre sin atar, delante de su dueño, un señor alto, mayor, pero no mucho, delgado, y Pancho se va volviendo de vez en cuando para ver si su dueño lo sigue...es al revés que lo que hacemos los demás.

Llamas a Pancho: Panchooooo, te mira, mueve el rabo pero no se aleja de su dueño. Su dueño no le dice nada, entra a las tiendas y Pancho, espera, ya puede pasar quién sea, Pancho sigue quieto, esperando a su dueño.

En verano cuando vamos más al paseo allí Pancho es la estrella, va con su andar de perrito pequeño moviendo la cola y el dueño te dice: no se irá, no se va nunca, voy muy tranquilo con él suelto, ya que nosotros, al principio de conocerlos le preguntábamos.

Así casi todos los días coincidimos con unos o con otros, muchos días con los mismos.

Hace días que no paseo, pero cuando salgo con Antonio, me dice: este es amigo de Ibón, este le grita, esta perrita es una antipática, este otro, es un miedoso, el otro, tal, cual, y los dueños, nos saludamos y sonreímos al paso de nuestros perricos.

El otro día le sucedió a Antonio una situación muy incómoda y triste, iba por el paseo, y se encontró a Pancho, atado a la correa y llevado por una señora, que también conocemos del barrio, pero que no habíamos visto nunca con Pancho, Antonio se paró acarició al perrico, y le dijo a la señora: conocemos a Pancho, es muy amigo de Ibón, pero siempre lo vemos con su marido, que lo lleva suelto. Y ella le contestó tristemente, que ya no lo vería más, que había fallecido y ahora es ella quién pasea a Pancho, pero atado porque no le hace el caso que le hacía a su dueño...Cuanto lo siento, fue la respuesta de Antonio.

Desde ese día tengo una extraña sensación, no sabíamos ni sabemos el nombre de ninguno de los dueños; de los perros, de todos.

Y recuerdo el último día que vi a Pancho con su dueño, era a mediados de enero, y estaban ambos sentados en un banco al sol, en una plaza cercana a nuestras casas, solos, yo iba sola y no me acerqué, solo quería llegar a casa porque no me tenía de pie y al pasar oír toser mucho al dueño de Pancho que iba muy abrigado, pensé que estaba enfriado, y luego nos enteramos que había fallecido a finales de ese mes, después de estar ingresado.

Ahora, cada vez que paso por el banco veo a Pancho, el amigo de Ibón y a su dueño, ese señor que ya no esta y del que no sabíamos su nombre.
 
 
 
 

2 comentarios:

Frantic St Anger dijo...

Cuánto me recuerda esta entrada a la época escolar de mis hijos cuando nos conocíamos como "la mamá de Carlos" o "el papá de José". Aun ahora, cuando nos encontramos, seguimos llamándonos así.

Ramiro dijo...

Un relato conmovedor. Me ha gustado mucho. Lo siento por el hombre y por el perrico que ha perdido a su fiel amigo. ¿No tenía Ibón un primo que se llamaba Pancho? Que casualidad...