jueves, 19 de diciembre de 2013

NO ME GUSTAN LAS NAVIDADES


 

Es así de claro, no me gustan las Navidades, cualquier otra fiesta del año me da más o menos igual, excepto los cumpleaños que siempre son fechas que me gusta celebrar por lo que significan, un año más junto a los que queremos.

No me gusta divertirme por decreto. No soporto las películas maravillosas que reúnen a familias que se adoran y solo quieren estar juntos en Navidad.

A mi me gustaban las navidades cuando era pequeña, cuando jugaba con mis primos mientras los mayores preparaban las cenas y comidas, y luego cantábamos y acabamos dormidos en los brazos de tu madre o tu padre o dejado con suavidad en alguna cama, hasta la hora de irnos a casa.

Pero luego al crecer y dejar de reunirnos porque la Vida te va separando, y pasan las fechas tan supuestamente familiares y ni siquiera una llamada de teléfono se produce y si lo hace, es pura cortesía...no vale.

Luego al ser yo madre, volví a reencontrarme con la Navidad, por los niños, llevarlos al Belén, ver las luces, comer y cenar con los abuelos, vivir a través de sus ojos, la ilusión de sacar los adornos de navidad e ir colocando las figuras del Belén, los adornos del árbol, las luces en las ventanas, todo lo que lleva el teatro que hacemos los mayores para que los niños crean en la magia de la navidad. No sé si hacemos bien, porque luego al crecer, se encuentran con la realidad, pero por lo menos les hemos regalado unos días de fantasía, qué tiempo tendrán de crecer y ver la realidad.

Ahora la mayor realidad es que cada vez hay más padres separados, los hijos, comen con uno o cenan con otro, eso, si te llevas medianamente bien, y no le pones al otr@ una denuncia para fastidiar, que también se hace.

Familias que no se hablan, algunos, muchos por malos entendidos y por tonterías, que todos los días del año duelen sus ausencias, pero estos días, por todo lo que vemos alrededor, duelen un poco más. Y piensas otro año perdido...otro año sin ellos.

Y debemos pensar que mientras hay vida hay esperanza de recuperar a la familia, porque luego, ya, todo se acabó, solo te quedará pensar en si hubieses actuado de otra forma, pero ya será tarde.

La mayoría de los chicos al crecer, cenan y salen deprisa con sus amigos, ha seguir la fiesta fuera de casa, no digo que este ni bien ni mal, pero sentarse en el sofá a ver una película, pues ya lo hacen algún fin de semana, en navidad tienen planes mejores.

La nochevieja, ni te cuento, ya no ves a nadie, todos de fiesta y el día de Año nuevo, todos durmiendo, se levantan a las siete de la tarde con una cara horrorosa y peor genio. Con ese panorama no quedan muchas ganas de celebrar nada.

Cada vez hay más gente que escucho que no le gusta la Navidad.

No hablo de nada referente a la parte religiosa, con la que soy tremendamente respetuosa.

Estoy en contra de gastos, compras, anuncios, música atronadora de villancicos cuando entras a comprar, incluso el pan, desde hace casi dos meses, al final van a poner las luces y la música en agosto.

La crisis empuja a pensar si tienes dos dedos de frente, en las miles de familias, en las que no tendrán ni cenas ni comidas especiales, y sobre todo lo que más me duele, un regalo para sus hijos, cuando vean a muchos otros niños con sus nuevos juguetes o lo cuenten en el colegio, es muy cruel, terriblemente cruel, estas fiestas convertidas en un carrusel de gastos y celebraciones.

Espero que cada uno las disfrute como mejor quiera o pueda. En mi caso, mis hijos cenaran con nosotros, echaremos en falta a quienes no están, mi querido padre que vivía estas fiestas, siempre, con la ilusión de un niño, le encantaba cualquier motivo para sentarnos a la mesa y cantar.

El año pasado con lagrimas en los ojos cantamos unas rancheras pensando en él, porque él no querría que dejáramos de cantar.
 
 
 

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