lunes, 9 de diciembre de 2013

AUSENCIAS A TRAVES DE LA VENTANA




Ausencias, sí. Desde que vivo en Zaragoza, pronto hace dos años, uno de mis pasatiempos es mirar a través de las ventanas del piso, no es alcahuetear, es observar, ver a la gente, a veces sentirme acompañada y a veces muchas, dejar soñar mi imaginación e imaginar la vida que llevan a través de las ventanas.

Desde que llegué aquí, he tenido una compañía en mis noches en blanco, a la hora que te asomaras a la ventana, enfrente tenías una luz encendida y un hombre sentado en un sillón, leyendo, siempre lo he visto solo, y me sentía más acompañada, a veces pensaba, hoy tenemos los dos una mala noche o una buena...a lo mejor esta tan absorto en la lectura, que si es como mi caso, que no trabaja, ¿Porque dejarlo?, ya dormirá cuando tenga sueño.

Desde hace dos meses esa luz se ha apagado, la busco, la observo, pero las ventanas están completamente bajadas. Al principio pensé que dormía mejor...luego empecé a echarlo de menos durante el día, no subían las persianas...pensé que como casi todo el mundo tiene un pueblo, que se había ido al pueblo, lo espero con ansiedad cuando me asomo por la noche, pero no, no vuelve, ahora esta acabando el puente y su luz sigue apagada y las persianas cerradas.

No quiero imaginar nada, quizá se ha ido del piso, pero nunca sabrá lo que lo extraño en mis noches en blanco, cuando voy y vengo, me asomo y miro y lo veía leyendo, tranquilamente, ahora mis ojos se van a esa ventana y no me devuelven nada, solo oscuridad.

Otra ventana que me atrae es una en la que todo el día estaba una señora, mayor, sentada en su mesa camilla con faldas rosas, nunca la he visto levantada, siempre sentada, pero muy de mañana ya estaba en la ventana viendo pasar la vida, la gente, mirando a las otras ventanas, siempre con la prensa en la mesa y un libro, hasta que la noche llegaba y sin darme cuenta las persianas ya estaban bajadas.

Este verano, la eché de menos, pensé lo mismo que en el otro caso, que se había ido de vacaciones, pero el verano pasó y ella no ha vuelto, estamos a punto de llegar al invierno, y no se han vuelto a subir las persianas.

Tampoco quiero pensar lo que le ha pasado. Me niego.

Debo decir que paso mucho tiempo en casa, a veces días, y uno de mis pasatiempos es asomarme a la ventanas. Estas dos ventanas me hacían compañía, la del hombre, en la noche y la señora todo el día, fueras a la hora que fueras, siempre estaban allí.

Una de mis películas favoritas es “La ventana indiscreta” de Alfred Hictchcock, de 1954, con la diferencia de que lo que escribo y siento no es cine, es verdad, y siento una soledad extraña cuando esas dos ventanas, siguen sin luz. Debo decir que no empleo prismáticos.






Alfred Hitchcock dijo una vez: «Si usted no experimenta un delicioso terror cuando vea La ventana indiscreta, entonces pellízquese... Posiblemente esté muerto.»

«La ventana indiscreta» era una de las películas favoritas de Hitchcock.

El argumento es muy sencillo: Un hombre inmovilizado (James Stewart) observa a sus vecinos a través de la ventana de atrás de su apartamento para pasar el tiempo. Se siente fascinado por uno de

los departamentos en especial, hasta que lentamente se da cuenta que su propietario ha matado a su mujer. Lo que sigue es cómo el protagonista convence a los demás inquilinos de que ha habido un asesinato, y luego hacer que el asesino sea atrapado, pero no antes de que éste trate de matar otra vez. Sin embargo, en manos de «El maestro», una simple línea argumental se convierte en un cuento humorístico y macabro capaz de jugar con las emociones del espectador con sólo un movimiento de cámara.

Hitchcock ha sido siempre un «voyeur», su cámara una tlsgana (los ojos del público). Con «La ventana indiscreta» explota una debilidad nuestra, que es enterarnos de lo que hace el vecino...

Para el director representó la extraordinaria oportunidad de tener todo un film visto desde el punto de vista de un personaje y que abarcase un solo y gran plató. En cuanto al público, le dio la oportunidad de hacer algo que muchos habrían querido: Ser los «voyeurs» y espías de sus vecinos.


 

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